lunes, 8 de abril de 2013

Media Maratón la Cal y el Olivo


Definitivamente no se disputar carreras largas. Salí de Morón mentalizado para correr con un poco de cabeza y otra vez volví a cagarla, en el sentido más literal del término. Mi primera experiencia en esta prueba ya clásica y muy probablemente la última. A pesar de correr en el sentido considerado más “fácil” me pareció una media para corredores duros; muchos kilómetros de carretera, sin apenas referencias y un continuo sube y baja. Hasta mitad de carrera mantuve un ritmo muy vivo, seguramente demasiado, pero la pájara me llegó repentinamente, acompañada de molestias estomacales que me obligaron a realizar un par de paradas “técnicas” en la cuneta. Los últimos kilómetros los corrí con unas piernas que juro que no eran mías. Un infierno. Hice de tripas corazón y decidí llegar hasta el final, a pesar de todo. Nunca me he retirado de una carrera y no quería que fuera ésta la primera ocasión, especialmente con mis hijos esperando en la llegada. Para hacerse una idea, pasé por mitad de carrera a un ritmo de 1:12 y, sin embargo, entre los kilómetros 16 y 19 rodé por encima de los 4 minutos el kilómetro. Una locura. El tiempo ni lo comento, ¡de vergüenza¡. A pesar de la debacle, 13º en la general y 2º en mi categoría, con un pequeño premio en metálico.
Fotografía tomada prestada de Ermanué (...y otra vez el número 13)

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