Llego
tarde y mal al cajón de salida, problemas de aparcamiento, pesadez
en el estómago (he desayunado algo, cosa que nunca suelo hacer antes
de correr). El ambiente de salida me cambia el humor de manera
repentina, caras conocidas, tensas pero emocionadas, se respira
atletismo, el sol ya asoma por el Este y promete un día
espectacular. Rápidamente identifico a mi compañero de viaje en el
día de hoy, José Antonio Marcos es un corredor de raza y con mucha
experiencia. Su objetivo es el mismo que el mío, pero seguramente el
sabe mejor que yo como enfrentarse a la prueba. No me equivoco, se
convierte en el acompañante perfecto, dándome consejos todo el
camino, regulando el ritmo, evitando acelerones pero sin dejar de
ganar segundos al crono, por lo que pueda pasar... Pasan los
kilómetros y las sensaciones cada vez son mejores. Llegado al
kilómetro diez me encuentro absolutamente feliz y relajado, un
rodaje rápido y acompañado, el sueño de cualquier atleta. Mi mayor
enemigo es la euforia. La llegada al entorno de Miraflores es brutal,
la gente me anima desde todas las esquinas. Mis compañeros de
escapada se ríen ¿se nota que es tu barrio no?...pues no, no lo es,
pero es territorio de la Pirámide si, respondo con satisfacción.
Foto de Footing Pepito |
Los kilómetros van
pasando y no perdemos nuestro ritmo en ningún momento, indiferentes
a los pequeños grupos de corredores que se hacen y se deshacen. Los
kilómetros hasta llegar a Kansas City son una delicia. Temo a este
tipo de rectas por el efecto psicológico que tienen. Sin embargo se
pasa rápido porque ya solo pienso en la media maratón y en el
tiempo que vamos a marcar: 1:19 pelado, vamos bien. El siguiente hito
es el encuentro con Samu en el 24. Se que desde ese punto más o
menos empieza la carrera de verdad. Samuel es puntual a su cita y se
pega a mi como una lapa, siempre unos centímetros por delante. Las
buenas sensaciones perduran, el siguiente objetivo es la Palmera.
Samuel me tiene que retener porque me embalo, me dice que me calle,
que deje de comentar la jugada, que lo peor esta por llegar. Se que
tiene razón pero cada vez voy alcanzando a más corredores y pienso
que no voy a encontrarme con ningún muro, estoy bien preparado, no
he malgastado energías, llegado al 30 me encuentro fresco.
Empiezo a sentirme
cansado al salir del Parque de Maria Luisa pero pienso que esta está
todo hecho. Mientras me acompañe Samu se que no voy a bajar el
ritmo. En la calle Trajano un nuevo aliciente, veo que estoy
alcanzando a Martín Fiz. Subidón de moral y me siento tan sobrado
que tengo fuerzas para preguntarle que tal va y darle ánimos. Fue un
momento importante; sin ninguna experiencia previa estaba regulando
mis energías mejor que el gran campeón. Antes de salir de la
Alameda me doy cuenta de que se acabaron las bravuconadas, ahora solo
queda aguantar, intentar no cabecear y terminar los dos últimos
kilómetros con porte digno. La pila se ha agotado, es cierto, pero
ya tengo el estadio enfrente. Mi espíritu competitivo se reanima
cuando Samuel me avisa que Fiz me intenta alcanzar por detrás. En la
contrarrecta del Estadio hago un patético cambio de ritmo por si
acaso, pero a estas alturas es casi imperceptible. Entro en meta sin
haber perdido la compostura aunque, paradójicamente, un poco
contrariado. 2:39:24. El tiempo es algo peor del que había ido
dibujando en mi cabeza durante toda la prueba. Parar es criminal, de
repente las piernas no te responden y el camino hasta salir del
estadio es casi tan duro como correr otra carrera. A los diez minutos
de llegar ya estaba en el coche camino de otra cita deportiva.
Bonita foto del paso por Plaza de España en ABC Digital |
Después de haberlo
vivido, y un poco a mi pesar, tengo que admitirlo; correr una maratón
es algo completamente distinto. No es fácil describirlo pero lo que
puedo decir es que me divertí, como nunca, incluso cuando me alcanzó
el cansancio no dejé de pasármelo bien. La duda que se me plantea
ya no es si volveré a correr otra maratón, a lo que doy vueltas es
al objetivo que debo ponerme la próxima vez. ¿Podré seguir bajando
ese tiempo?, mi sensación es que si, aunque eso suponga hacer algún
sacrificio adicional. De hecho la táctica de carrera fue bastante
conservadora, aunque es cierto que llegué con el depósito a cero.
Es obligado cerrar
mi crónica con una lista de agradecimientos. Tengo que empezar por
mi padre, fondista de enorme clase cuyas marcas casi con total
seguridad no tendré oportunidad de igualar y cuyos machacones
consejos me han sido de tanta utilidad tanto en las carreras como en
la vida. A mi mujer e hijos por aguantarme y ser capaces de entender
que un día de series no es un día cualquiera. A la gente del parque
de Miraflores, a las decenas amigos y conocidos que me animaron en el
recorrido y sobre todo a los “jefes”, Concha y Corne, sin cuya
inspiración y plan de entrenamientos no se muy bien a que estaría
dedicando mi tiempo libre. Y por último un reconocimiento muy
especial a mis dos compañeros de esfuerzo en esta maratón de
Sevilla 2015, Samuel y José Antonio, ya que sin ellos es probable
que me hubiera quedado a un paso de conseguir mis objetivos.
Bien acompañado por las calles de Nervión |