5 de junio. A pesar de mis
reticencias Samu me convence para disputar una nocturna en Los
Palacios. Se trata de una cita bastante asentada en el calendario
popular pero en la que todavía no había tenido ocasión de participar.
Chantajeo a Samu para que me lleve en coche y, por una vez, llego
relajado y con tiempo antes de competir. Me habían hablado muy bien de
la organización y es cierto que ha funcionado con bastante
precisión, pero si por algo es especial esta prueba es por el gran
ambiente que hay en todo el pueblo. El ritmo en la salida es tal vez
demasiado vivo, pero me encuentro optimista, hasta me permito
responder a los ánimos de la gente. Sin embargo, mediada la
carrera mi cuerpo empieza a enviarme señales negativas. ¿Demasiada
humedad, falta de hidratación, el cansancio de la semana? ,
imposible saberlo a ciencia cierta, lo que está claro es que
respondo mal a la incomodidad de la carrera y en lugar de apretar los
dientes me dejo ir del grupo en el que debería haber seguido metido,
con Samuel y Sebastian Prieto. El último tramo se convierte
en el típico infierno en el que los kilómetros se hacen interminables y el oído solo escucha las pisadas de los que vienen por detras. Hasta el público que animaba
con tanto entusiasmo parece haberse esfumado de mi campo de visión. Retirarse no es una opción así que llego al final
perdiendo todas las buenas sensaciones que había acumulado el
domingo anterior. 3.30 de media, lo que significa que el ritmo de los últimos tres o cuatro mil metros ha sido bastante penoso. A pesar de todo entro primer veterano, gracias al carrerón de Pedro Calvo que llega con el trío de cabeza y no computa, y octavo general. Como curiosidad, el sistema de cronometraje de Gescon-Chip elabora un Informe Técnico bastante original. Aún teniendo en cuenta mis malas prestaciones resulta que he llegado casi 12 minutos y 3500 metros antes que la media de los 113 que corrieron en mi categoría. El que no se consuela es porque no quiere.
Clasificaciones
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