Las calles de Sevilla vivieron el pasado 30 de septiembre un auténtico espectáculo. No se puede calificar de otra manera la presencia de casi 25 mil personas en una carrera que sigue batiendo records. Por cierto que no deja de ser llamativo que un acontecimiento deportivo con esta capacidad de convocatoria reciba menor cobertura mediática que cualquier partido de Segunda B. Manejar una multitud como esta no resulta nada sencillo. Siempre habrá quien encuentre argumentos para la queja pero en líneas generales es obligado reconocer un buen trabajo por parte de los organizadores. Puede apreciarse, sin embargo, como el constante incremento de la participación ya está empezando a poner al límite la capacidad del recorrido. La mayor amenaza a la que se enfrenta la Nocturna del Guadalquivir es su propio éxito. El establecimiento de una salida especial, por segundo año consecutivo, facilita, por fortuna, que un amplio grupo de atletas pueda disputar la carrera con mayor comodidad. Esto provoca que, de hecho, se celebren dos carreras en una, la primera con tono un poco menos festivo.
En lo que a mi respecta las sensaciones fueron bastante buenas. Pude entrar en un grupo que mantuvo un ritmo cómodo y cumplir mi objetivo de mejorar el tiempo del año pasado pero sin disputar la carrera al máximo. Ya habrá tiempo de sufrir a lo largo de la temporada. Las clasificaciones están disponibles en la página de los amigos de
IDEAIN y supongo que, en breve, también en el
IMD. Lo más significativo de la prueba es el error que cometí al calzar zapatillas rápidas. Los 12 km de la carrera sumados al calentamiento previo y al regreso a casa se convirtieron en casi 20. La sobrecarga que me provocaron me ha dejado medio cojo un par de días.
Aqui está un pequeño video en el momento de paso por el puente de la Barqueta.
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